Sin dejar de reconocer el éxito de la operación de rescate de los 33 mineros chilenos y la expectativa mundial alrededor del acontecimiento, resulta escandaloso el reality show montado por los medios de comunicación para mercadear la tragedia humana de los obreros y sus familias. Como en cualquier competencia, se transmitió en vivo y en directo, paso a paso, el proceso de rescate, involucrando no solo a las víctimas, sino también a los que, directa o indirectamente son responsables, es decir, al gobierno en cabeza de su presidente y demás miembros de su gabinete, quienes aparentan “profundos” sentimientos de solidaridad. El drama vivido por los mineros chilenos es un llamado más a poner fin a la inseguridad en que trabajan los obreros en los socavones del mundo. La promesa del presidente chileno de revisar la legislación sobre seguridad laboral debería servir de ejemplo para países como Colombia, donde mueren sepultados con frecuencia nuestros trabajadores, sin que los gobiernos hagan algo para evitar que esto siga ocurriendo, sobre todo ahora que tanto se habla del auge minero.
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