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22 septiembre 2013

Mientras crece el desierto

Mientras crece el desierto

Por: William Ospina | Elespectador.com 
Tomado de ELESPECTADOR.COM, 21 de septiembre de 2013
 http://www.elespectador.com/opinion/mientras-crece-el-desierto-columna-447833

Hubo edades edades en que el agua y el aire aire, el mar y la amistad, la hospitalidad y la generosidad eran poderes sagrados, casi siempre custodiados o protegidos por la divinidad.

El mundo estaba para ser compartido, y se veía como una profanación a las leyes de la amistad y de la caballerosidad el anteponer a las cosas un precio. 
En las obras de Homero al visitante primero se lo atiende, se lo sienta a la mesa, se lo saluda y se lo agasaja, y sólo después se le pregunta quién es y de dónde viene. 
Don Quijote era ese gran lector de quien se dice que los libros lo enloquecieron. Pero más bien era un hidalgo en quien los libros despertaron una desmedida nostalgia de tiempos más pródigos, y él mismo quiso encarnar los valores del pasado: el heroísmo, el desprendimiento, la generosidad. 
Nada valoraba tanto como lo que se hacía sin costo alguno. Él estaba dispuesto a salvar a los desdichados y liberar a los oprimidos sin reclamar a cambio una sola onza de oro. Pero cuando se lanzó a la aventura descubrió que ahora se cobraba por todo: fue grande su extrañeza al ver que estaba desapareciendo del mundo la gratuidad. Continuar leyendo


15 septiembre 2013

¿FRACASÓ EL CAPITALISMO?


 Tomado de Project Syndicate - the world's pre-eminent source of original and exclusive op-ed commentaries

NUEVA YORK – Hace cinco años la agencia de calificaciones Standard & Poor’s mantuvo la calificación de grado de inversión «A» para Lehman Brothers hasta seis días antes de que colapsara. Moody’s esperó aún más: redujo la calificación de Lehman un día laborable antes de su derrumbe. ¿Cómo es posible que reputadas agencias de calificación –y bancos de inversión– se equivoquen tanto en sus evaluaciones?
Los reguladores, banqueros y agencias de calificación son en gran parte culpables de la crisis. Pero esta cuasidebacle no fue tanto un fracaso del capitalismo como un fracaso de la capacidad de los modelos económicos contemporáneos para comprender el rol y el funcionamiento de los mercados financieros –y, en términos más amplios, la inestabilidad– en las economías capitalistas. Ver más

01 septiembre 2013

EL PARO NUESTRO DE CADA DÍA









 Por: Alberto Romero

Gran conmoción ha causado el paro campesino en varias regiones del país, y las revueltas urbanas en apoyo del mismo. El mensaje oficial populista dice estar de acuerdo con las justas reinvindicaciones de los productores del campo, al tiempo que condena las acciones de hecho, promovidas, según el gobierno, por “infiltrados” subversivos, lo cual no es nuevo, pues los gobiernos, sin excepción, siempre han macartizado la protesta popular con dichos señalamientos, convirtiendo a los dirigentes en objetivo militar de la ultraderecha. Como paliativo, el gobierno “promete” algunas medidas coyunturales, sin atacar el problema de fondo. 

La crisis del sector agropecuario en Colombia es de carácter estructural y obedece a la incapacidad de la burguesía terrateniente, rentista, especulativa, corrompida y vende patria, de transformar el campo, de acuerdo con las exigencias de un desarrollo sostenible. En el meollo de la confrontación violenta está el problema de la distribución altamente desigual de la propiedad de la tierra, del acaparamiento de las mejores tierras y mejor situadas como medio de acumulación y no como medio de producción, del desplazamiento permanente del campesino, bien sea hacia los centros urbanos, o más allá de la frontera agrícola, del atraso en el desarrollo técnico y tecnológico, del pésimo estado de las vías secundarias, del alto costo de los insumos, de la larga cadena de intermediación entre el productor y el consumidor, etc. Todo esto le impide al productor campesino competir con las importaciones y el contrabando.

En consecuencia, más que pañitos de agua tibia, la crisis estructural del sector agropecuario colombiano requiere de una profunda reforma agraria, que rompa, de una vez por todas, el muro de contención que impide que el progreso llegue al campo, a la población campesina, factor fundamental  para el desarrollo sostenible del país. De lo contrario, la inseguridad alimentaria (dependencia de las importaciones), la violencia y el sobrepoblamiento de las ciudades por el desplazamiento forzoso (lo cual empeorará el caos urbano), seguirán a la orden del día y, año tras año, tendremos que soportar la incompetencia de los gobernantes de un Estado cada vez más fallido.