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12 junio 2018

CONSIDERACIONES SOBRE LO QUE ESTÁ EN JUEGO EN LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL 2018


  • Historiador y analista de medios de comunicación. Director Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales IEPRI Universidad Nacional de Colombia [1

  • Voté por Sergio Fajardo en la primera vuelta porque a pesar de su desempeño desigual durante la campaña y su ausencia de liderazgo en muchos temas políticos cruciales para el futuro país, creo en el valor de la educación, la ciencia y la cultura para la recomposición democrática, pacífica y ética de Colombia. Voté en la consulta liberal por Humberto de la Calle, por su valiosa gestión como negociador de paz con las FARC y por mi aprecio por valores liberales centrales para la vida y la institucionalidad democrática que él representa, como la tolerancia y el Estado de Derecho.

  • Significación y ambigüedades del resultado electoral de Fajardo 
  • No obstante no pasar a la segunda vuelta, resultan muy importantes los 4.600.000 votos de Fajardo para fortalecer a mediano y largo plazo una tendencia de centro en la política colombiana, como también desconcertantes sus declaraciones a Yamid Amat en el noticiero CM&, afirmando que no volverá a ser candidato y que su aspiración es ser rector de alguna universidad. Era de esperar mayor visión política y más consideración hacia sus electores. 

  • De todas formas, el país necesita esa opción de centro, con capacidad de promover la acción colectiva en la sociedad, las instituciones y el gobierno. La defensa del proceso de paz con las FARC y las banderas anticorrupción de la Coalición Colombia resultan también estratégicas en la reconstrucción meritocrática de nuestras instituciones. Son importantes también la cultura ciudadana de Mockus, su lema futurista “La vida es sagrada”, pero preocupan tanto en él como en Fajardo su poca claridad frente a las políticas neoliberales.

  • Los riesgos del petrismo

  • Voté también por Fajardo por mis distancias frente al caudillismo personalista de Petro, su arrogancia intelectual (convierte las entrevistas en monólogos profesorales), su dificultad para construir equipos de trabajo, y su capacidad inaudita de casar peleas innecesarias y políticamente poco estratégicas, a través de declaraciones impertinentes sobre los banqueros, los militares, los empresarios cañeros, etc., que terminan generando comprensibles temores de parte de esos grupos sociales. No sobra en este punto recordar, la posible pertinencia para una sociedad tan conservadora como la colombiana, de la afirmación de un profesor brasileño que en un curso de cultura política brasileña nos dijera que “para llegar a ser presidente Lula da Silva tuvo que transformar su imagen personal de un sindicalista agresivo a la de un político de izquierda confiable”. Leer más