Mis padres y yo
Salomón Kalmanovitz
Tomado de: elmalpensante.com
Mientras
unos reclaman a sus padres el desconcierto ideológico en que quedaron,
otros exploran el asunto desde una óptica muy diferente.
Mis padres tuvieron poca educación. Mi papá era originario de lo
que hoy es Bielorrusia, en su momento Lituania. Fue educado en la
religión judía, podía leer hebreo y escribir en yiddish, hablar algo de
lituano y ruso, sabía hacer las operaciones aritméticas básicas y se
orientaba por puntos de vista conservadores no sólo en política sino en
todo. Aprendió a hablar español con un marcado acento eslavo que a mí me
hacía sentir incómodo. Mi mamá cursó algunos años de secundaria en
Polonia, pero no pudo terminarla. En su familia hubo socialistas y
laboristas del movimiento llamado Bundt, según me enteré tardíamente con
sus familiares en Nueva York, pero ella fue apolítica toda la vida.
Ayudaba a mi papá con la cacharrería en Barranquilla, y él la respetaba
mucho porque era buena y rápida para los negocios. Eso nos permitió
entrar en el mundo de la clase media con todas sus comodidades.
A pesar de sus carencias, mis padres valoraban, como todos los judíos europeos, la educación que para ellos se expresaba en el respeto por los estudiosos de la Ley —los rabinos—, pero también por el aprecio a todas las profesiones liberales y técnicas. Tanto yo como mis dos hermanas fuimos apoyados para hacer estudios universitarios y de posgrado, a pesar de que ellos no entendían muy bien lo que el estudio representaría en nuestras vidas. En mi caso, terminé apartándome de la vida comunitaria y religiosa, o sea de las que para ellos eran las defensas últimas de nuestra existencia. Ver más
A pesar de sus carencias, mis padres valoraban, como todos los judíos europeos, la educación que para ellos se expresaba en el respeto por los estudiosos de la Ley —los rabinos—, pero también por el aprecio a todas las profesiones liberales y técnicas. Tanto yo como mis dos hermanas fuimos apoyados para hacer estudios universitarios y de posgrado, a pesar de que ellos no entendían muy bien lo que el estudio representaría en nuestras vidas. En mi caso, terminé apartándome de la vida comunitaria y religiosa, o sea de las que para ellos eran las defensas últimas de nuestra existencia. Ver más
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