Los gringos andan de fiesta por la muerte de Osama Bin Laden, cabeza ostensible del antiimperialismo islamista. Sin embargo, todo apunta a que se trata de un show montado por la CIA, toda vez que hasta el momento no hay pruebas que demuestren si efectivamente el enemigo número uno de USA fue ultimado. Además, toda la euforia trata de hacernos creer que con la muerte del líder se acaba el terrorismo, o por lo menos, que los objetivos del mismo: USA y sus amigos (a los cuales se le suma el gobierno de Santos), podrán dormir con tranquilidad. Todo lo contrario, es posible que reactiven las acciones terroristas en respuesta a la ofensiva, no menos terrorista, de los Estados Unidos. Mientras los gringos no cambien su política imperialista, expansionista, y de sometimiento a todos aquellos que se le opongan, el terrorismo, como respuesta desesperada e impotente, no solo no desaparecerá sino que tenderá a incrementarse.
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