Febrero 23 de 2009
¿El DAS está fuera de control?
Por: Claudia López
Tomado de El Tiempo
El DAS es el departamento de inteligencia de la Presidencia de la República y está bajo la dirección y control del Presidente. El DAS quedó en manos de mafias narcoparamilitares no por asalto o infiltración, sino por designación del Presidente. Las investigaciones indican que con el nombramiento de Jorge Noguera el DAS quedó tomado principalmente por dos sectores. Uno de 'Jorge 40' y otras mafias costeñas que fueron retribuidos por el apoyo electoral a la campaña del Presidente en la Costa Atlántica. Y otro de la gente de Castaño y Mancuso, que quedaron en segundo nivel, pero con línea directa.
En las entrañas del DAS terminó dándose la misma ruptura que en las entrañas del paramilitarismo. La línea más narca terminó imponiéndose sobre la línea más paraca. Al imponerse la línea narca, además de filtrar listas a los paramilitares para que asesinaran a sindicalistas y ciudadanos, por ser supuestos guerrilleros, y chuzar a magistrados, políticos y periodistas que se consideran un peligro para el Gobierno, se dedicaron a limpiar antecedentes y a hacerle vueltas a cuanto mafioso, parapolítico y hasta guerrillero pagaba. Ese relajo, que viene desde Noguera, se sale de madre de vez en cuando y explota un nuevo escándalo.
Esta es la tercera vez que la prensa descubre chuzadas y seguimientos ilegales de este Gobierno. Los chuzados siguen siendo los mismos, pero desde la primera vez el Gobierno pone cara de sorprendido y dice no saber nada. Cuando las ilegalidades las denuncian los medios, se aplica el manual de crisis de la Presidencia: se anticipa la chiva y se hace una rueda de prensa para neutralizar las denuncias, se 'queman' unos cuantos funcionarios a quienes se les pide la renuncia, se reitera que las ilegalidades no son política institucional, se enfatiza que el Presidente no sabía y no ordenó nada ilegal, se anuncia que se investigará hasta las últimas consecuencias y se denuncia que todo es culpa de una mafia. Ninguna investigación, de las tantas anunciadas, ha dado un solo nombre de los miembros de esas mafias, ni ha dicho quién manda chuzar, ni quién escucha lo chuzado, ni quién paga y se beneficia de las vueltas del DAS.
Según el actual director del DAS, este nuevo escándalo demuestra que hay una mafia interesada en atentar contra el Estado y la seguridad nacional. La evidencia que dejan los escándalos es exactamente la contraria. Una mafia del Estado -del DAS- atenta contra la democracia y seguridad de los ciudadanos. Lo evidente es que el DAS está controlado al detal por funcionarios y amigos de la Casa de Nari y por narcoparamilitares, y las vueltas se hacen al margen del director del DAS, que, de Andrés Peñate en adelante, es básicamente un convidado de piedra que no tiene control sobre la entidad y cuyo trabajo es poner la cara cuando se descubren las vueltas de los que sí la manejan. Poner un director cada vez con menos experiencia y más ingenuidad es garantía de que las vueltas se podrán seguir haciendo y otro pondrá la cara, manejará el escándalo y asumirá la responsabilidad.
Lo otro contraevidente es que el Presidente no ha ordenado las persecuciones y chuzadas. El Presidente ha afirmado pública y reiteradamente que considera a los magistrados unos fabricantes de carteles de testigos interesados en tumbarlo; a los miembros de la oposición, guerrilleros vestidos de civil; y a los periodistas, cajas de resonancia del terrorismo. Un funcionario del DAS, que está al servicio del Presidente, no sólo se siente autorizado sino obligado a seguir a los magistrados, políticos y periodistas que el Presidente ha señalado públicamente como objetivos legítimos por ser amenazas a su seguridad y la del Estado.
El DAS no está fuera de control. Está haciéndole caso al Presidente, chuzando y hostigando a quienes señala como amenazas y aplicando el manual de crisis cuando los resultados se filtran y se arma un escándalo. El DAS sólo cambiará si cambia el comportamiento de la Casa de Nari; de lo contrario, seguiremos de escándalo en escándalo.
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