26 julio 2018 Francis Ghilès
Cómo (re)examinar el pensamiento de Adam Smith, el padre de la economía moderna, puede ser muy útil a la hora de abordar los actuales desafíos políticos y económicos de Occidente.
Jesse Norman
Allen Lane, 2018
Desde la caída del Muro de Berlín, en 1989, se ha reflexionado poco, especialmente en Gran Bretaña y Estados Unidos, sobre los mecanismos de la economía capitalista y la sociedad en la que está inserta. Al comenzar el milenio, en la derecha hubo muchos convencidos de que capitalismo había vencido al comunismo y no había nada más que decir: el fin de la historia del politólogo estadounidense Francis Fukuyama. La izquierda británica, francesa y alemana, esencialmente, lo aceptó. Por algo se apodó a los laboristas Tony Blair y Gordon Brown “los hijos de Margaret Thatcher”. Por desgracia, la expresión y el ejercicio del capitalismo estaban sufriendo una transformación mal regulada, los mercados estaban cada vez más financiarizados y los reguladores como la Reserva Federal de EE UU y el Banco de Inglaterra no se dieron cuenta de que la “exuberancia del mercado”, en palabras del presidente de la Fed, iba a provocar la peor crisis financiera desde 1929. Los sufrimientos de millones de personas de las clases medias y trabajadoras, el aumento de las desigualdades de rentas en Estados Unidos y Europa y el hecho de que los banqueros quedaran impunes tuvieron consecuencias políticas y fomentaron el ascenso de los partidos denominados populistas. Hoy, el populismo y el nacionalismo continúan su avance en Europa, y EE UU tiene un presidente que se ha propuesto destruir el libre comercio. Mientras tanto, los responsables económicos del Partido Laborista británico y otros líderes izquierdistas como el francés Jean-Luc Mélenchon llaman abiertamente a acabar con el capitalismo. Desde luego, el siglo XXI no está desarrollándose según lo previsto. Leer màs