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04 marzo 2018

Los avatares del reformismo en Cuba

Haroldo Dilla Alfonso 

28/02/2018
Hasta los años 90, el discurrir post-revolucionario de Cuba era lento y pastoso. Era excesivamente oficialista para ser interesante, excepto cuando, desde el propio oficialismo se producía alguna purga política que llenaba a la isla de rumores y a la elite de temores. La política era representada desde una óptica binaria, como la lucha prometeica de dos campos irreconciliables. Por un lado, estaba el bando «bueno» –revolucionario y socialista– compuesto por patriotas virtuosos y alineado sin fisuras con el Estado, el Partido Comunista y lo que se daba en llamar «el liderazgo histórico». Del otro lado estaba el bando «malo» –contrarrevolucionario y pecaminoso– alineado con el gobierno de Estados Unidos – «el enemigo histórico»– y la «mafia de Miami». Para los primeros se destinaba el privilegio de participar en un proyecto histórico estratégicamente irrefutable, aunque tácticamente perfectible. Para los segundos, solo había dos destinos posibles: la cárcel o el exilio. Leer más